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Conciliación, igualdad, ¿hacia dónde vamos?

Con la crisis ya no está de moda hablar de conciliación, y tampoco se ve demasiado la palabra igualdad en los medios de comunicación. Incluso observamos que personajes de cierta relevancia que en los últimos años se han destacado en la defensa de la conciliación y la igualdad de oportunidades han decidido replegarse y hablar de otras cosas.

Sin embargo, ambos conceptos estaban claramente en los programas de los partidos políticos antes de las elecciones, ninguno quería perderse el voto femenino, y están, estamos seguras,  en el programa político del gobierno después de las elecciones.

Ha pasado de moda la igualdad de género, o es que estamos demasiado preocupados todos por mantener el puesto de trabajo que ni se nos ocurre pensar en mejorar nuestro horario o en exigir nuestros derechos como mujeres para poder acceder a los puestos de decisión.

De lo que nadie tiene duda ya es de que prescindir del talento y la formación de las mujeres en nuestra sociedad es un error que afecta a nuestra competitividad como país y que no nos lo podemos permitir. Sin embargo las formas de hacer, los modos serán diferentes a partir de ahora. Por nuestra parte creemos que lo importante no son las formas sino el fondo. Y en el fondo vemos cada vez mujeres mejor preparadas en todos los ámbitos laborales que por méritos propios llegan a puestos intermedios, pero se siguen quedando ahí.

Lo mismo da analizar las cúpulas de las grandes empresas, donde la presencia femenina es sólo simbólica, que los consejos de administración de las empresas cotizadas en donde la participación continúa sin despegar apenas del 10%, que los equipos de dirección de alto nivel de las grandes empresas españolas. Algo similar ocurre en los puestos de decisión en  las universidades, en los hospitales públicos y privados e incluso en aquellas organizaciones en las que la mayoría del personal son mujeres. Sí es frecuente encontrar mujeres en algunas áreas como calidad, recursos humanos, marketing pero siguen siendo muy pocas las que realmente tienen capacidad ejecutiva real.

Las razones son muy similares a las que teníamos antes de la crisis pues la situación, a pesar de tanta dialéctica en pro y en contra de las cuotas que hemos vivido,  apenas ha cambiado:

– Quienes toman las decisiones para los puestos de nivel siguen siendo los hombres en la mayoría de los casos, y escogen a otros hombres por hábito, confianza personal, relaciones, etc…

– Las mujeres tienen que escoger entre dedicar todo su tiempo al trabajo si quieren aspirar a ser directivas, entre 12 y 14 horas diarias, y renunciar a la maternidad o bien no aspirar a ese ascenso merecido y que en algunas ocasiones tienen accesible, si quieren dedicar parte de la tarde a su familia.

La ecuación es sencilla, pero tiene consecuencias funestas tanto para nuestras cuotas de natalidad, cada vez más bajas, como para la propia felicidad de muchas mujeres que cuando llegan a los 45 años dedicadas «full time» a sus empresas se encuentran con las manos vacías, a veces sin trabajo o sin seguridad alguna en el mismo, y con la sensación de haber perdido la oportunidad de tener una vida más completa, como mujer y como directiva.

Esta segunda razón no es necesaria en países con horarios racionales, en los que hombres y mujeres, pueden volver a casa a las 5 o las 6 de la tarde, pero el cambio en nuestro país sigue siendo una utopía aunque también se le dió un protagonismo importante durante la campaña electoral.

Las cuotas tan discutidas realmente nunca se llegaron a imponer por ley en España, sí en otros países de nuestro entorno con gobiernos conservadores, y actualmente existen serias dudas de que lleguen a imponerse a nivel europeo en el 2015. Pero con cuotas o sin cuotas algo tendrá que hacer el nuevo gobierno para mejorar la conciliación y permitir el acceso de las mujeres a los puestos de decisión, bien mediante la racionalización de los horarios, bien impulsando el teletrabajo, los horarios flexibles y todas  las medidas de conciliación que tan buen resultado están dando en las empresas en las que están implantados, o bien sacándose algo nuevo de la chistera que efectivamente dé un impulso a las mujeres en el mundo de la empresa.

No podemos permitirnos otros cuatro años en los cuales la posición de las mujeres en el mundo de la empresa continúe estancada y en los que las mujeres tengan que elegir entre tener hijos y aportar su talento y su creatividad a las organizaciones. Si a ello añadimos el coste que tiene para nuestra sociedad formar y formar bien a tantas mujeres en la universidad que después eligen quedarse en casa o quedarse en un puesto de segundo nivel porque no pueden dedicar 14 horas diarias a su trabajo parece lógico hacer algo y rápido para que la situación cambie.

Carmen Sanz Chacón

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